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  • Foto del escritorHistorias Extranjeras

Así comenzó mi viaje de 9600 kilómetros.

Mi nombre es Sonia Guzmán Rentería, nací en el puerto de Acapulco, en México. Hoy vivo en Valencia, España. ¿Qué cómo termine viviendo en Valencia?


¿No se si la culpa la tuvo el intercambio académico que hice cuando iba en la universidad o haber nacido en Acapulco?


Para los que no conocen Acapulco, es un lugar maravilloso, con unas playas preciosas, mucha naturaleza y un verano eterno, en los años 60 era el sitio favorito de los famosos, desde los Kennedy, Sinatra, John Wayne y Johnny Weissmülle.




Cuando creces viendo a tanta gente ir y venir, en algún momento te planteas si alguna vez serás tu la que vaya a sus países

Con el tiempo mi curiosidad se transformo en una idea posible, me fui a otro estado a estudiar la universidad, me fui a 1289 kilómetros de distancia de mi casa. Y es que aún siendo uno el que desea la aventura, la aventura en algunas ocasiones da mucho vértigo.


Una vez en la universidad, yo era la que iba con bastante frecuencia al Departamento de Intercambios Académicos, para mi era como el hacedor de sueños, ahora que lo pienso, lo que llamamos destino quizá sean esas cosas con las que nos obsesionamos e insistimos.


Mi primera opción era Londres, sin embargo, Inglaterra solo era una posibilidad para un postgrado y yo lo quería ya. Pero el destino quiso que surgiera la posibilidad de un intercambio académico a Valencia, España. Tengo que reconocer que al principio no era un destino que me entusiasmara demasiado, pero la idea de la aventura sí que me motivaba.


Tras cumplir los requisitos que me puso mi mamá, vine a Valencia acompañada de mi amiga Mariana, nos pasamos un año increíble. Después de ese año, volví a Monterrey a terminar el último semestre de la universidad.


En ese momento cupido ya había hecho de las suyas y estaba convencida de haber encontrado al amor de mi vida, obviamente mi mamá estaba que echaba humos y aún más cuando le dije, estamos enamorados y nos vamos a vivir juntos.


Hoy me da un poco de risa, pero a mi mamá no le hizo nada de gracia. Para una madre mexicana, la idea de que una hija le diga me a voy a vivir con alguien, ahh y ahora me iba a ir a 9600 kilómetros de distancia, pues como que no le hizo mucha de gracia. Pero ahí no termina la cosa, mi idea era irme y ver que tal íbamos y luego ya veríamos opciones.


Parece muy sensato el plan ¿no? Pues no, a mi mamá le pareció un plan de la chingada, de hecho, echo humos y como mi mamá era de armas tomar, hizo saber su enojo.


Aunque en ese momento mi idea me parecía la mejor opción, había una parte de mi que desea casarme y todo el rollo cursi que implicaba, no me culpen, las telenovelas en México han hecho mucho daño.


Y como pueden suponer, hubo boda y por la iglesia, porque eso que les decía de las telenovelas, ellas se casan por la iglesia, así que ni me plantee otra opción. El novio no pensaba igual, de hecho, creo que el accedió a todo por amor, incluso siendo prácticamente ateo.


Obviamente mi mamá seguía tratando de hacerme entrar en razón, pobrecita, hoy lo pienso y creo que no lo habrá pasado nada bien. Aunque para ser sincera, yo si lo tenía claro, eso de ir contra corriente, también es muy de telenovela y los personajes luchan contra todo por su amor.


Pero claro, las telenovelas casi siempre acaban en las bodas. La mía continuaba, continuo casi cinco años, dos personas, dos culturas, dos formas de ver la vida diferente, dos humores que se encuentran de vez en cuando, y se desencuentran mucho más seguido, pasa lo que suele pasar, un día, ya no hace gracia, un día te desencantas y comprendes que no es ahí.


Obviamente da vértigo, muchísimo vértigo, como les conté, mi mamá no quería que me casará, como iba a decirle, tenías razón: no debí casarme. Estaba a 9600 kilómetros. Gracias a la ayuda de dos amigos, tuve la fuerza de dar el paso y no es como que te empujan, más bien, te dan la mano.


Tampoco es que me arrepienta, porque sin eso no sería lo que soy hoy en día, uno no se debe arrepentir de las cosas. Lo importante es aprender y, sobre todo, cuestionarse.


Cuestionarse y echale wevos, porque como decía mi mamá: La vida es de los valientes. Y yo le añadiría, “aunque de miedo”.


Hasta aquí les dejo la primera parte de mi viaje y poco a poco les iré contando un poco más.

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