Hay cosas que uno hace de niño y que las sigues haciendo de mayor que parece que no sirven para nada. Cuando era niña ya me gustaba escuchar la radio, de hecho, con siete años ya tenía mi programa favorito “El capitán Mantarraya”, un programa para niños en la radio local, incluso un día hasta me gane un premio por responder a una pregunta.
Mis tardes se iban entre ver la televisión, hacer la tarea, ir a hacer alguna actividad deportiva y escuchar las novedades musicales que mi padre traía, sin querer, pero disfrutándolo mucho, creo que fui haciéndome una buena escucha o por lo menos, iba siendo consciente de las emociones que provocaba en mi la música, daba igual si era una canción, una película o un comercial de publicidad.
A finales de los años noventa, por casualidad descubrí un podcast, en ese tiempo no se llamaba así, era un programa de radio que se llamaba “La Rosa de los vientos” .
Al escucharlo me encantó, el locutor Juan Antonio Cebrián, tenía una voz impresionante y contaba hechos históricos de una manera que realmente emocionaba y no podías dejar de escucharlo.
Ya en los años 2000 cuando estaba en la universidad, me tope con el programa de Fernanda Tapia. En cuanto lo escuche, me pareció cautivador, Fernanda tiene la cualidad de una buena con una gran personalidad, la capacidad de transmitir emoción, ironía y mucha sensualidad. Además, sus podcasts eran relatos perfectamente musicalizados, que durante esas pausas en las que te ponía música, te dejaba reflexionando acerca de la historia y te quedabas con ganas de saber llegar al final.
En el 2011 me aficione al programa de Martha Debayle, ella a diferencia de los anteriores, ella no cuenta historias, ella es una buscadora de respuestas, da igual si es de psicología, de economía o de política, medio ambiente o cultura. Martha es una persona con una curiosidad infinita, que inmediatamente cautivo mis oídos deseosos de material nuevo.
Hace aproximadamente un año mi amiga Daniela, me paso un programa nuevo; Se Regalan Dudas, este programa atrajo mi atención porque eran dos chicas un poco más jóvenes que yo, haciéndose preguntas, no te decían que te ofrecían las respuestas simplemente las estaban buscando para intentar explicárselos a ellas mismas y quizá de esa forma lograr que todos reflexionemos.
Hoy en día, soy una consumidora experta o más bien una aficionada con experiencia de contenido digital, para mi, la televisión solo tiene valor como un aparato que reproduce el contenido que voy seleccionando digitalmente.
Mirando hacia atrás, creo que todas esas aficiones que parece que no valen para nada fueron creando en mi una mente curiosa y me mostraron unas posibilidades, que sin pensarlo tanto, pero deseándolo mucho, me han llevado a crear algo que me esta haciendo muy feliz.
Así que si tienes un hijo, un hermano o un amigo que tiene una afición que parece que no sirve para nada, pero que disfruta y, sobre todo, es positiva, déjalo disfrutarla, anímalo, nunca sabes de donde te puede venir la inspiración para crear algo que te de felicidad.
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