Soy mexicana y española, de hecho me considero medio valenciana porque viví allí más de quince años de mi vida.
Mi ciudad natal es Acapulco y cada año es normal sufrir la temporada de huracanes, sin embargo, cada año son más devastadores. Hace dos años, en una sola noche, la ciudad entera quedó devastada; las ventanas estaban rotas, las casas vacias, no había hoteles, ni playas, y todas las tiendas estaban destruidas. Visité la ciudad tres meses después del evento y fue impactante, como si una bomba la hubiera destruido.
La semana pasada, DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) afecto a la zona de Valencia. Esa mañana, hablé con una amiga que me contó que no había podido dormir, tratando de mantenerse a salvo en casa mientras la casa se inundaba. Cuando vi el video que nos compartió, me imaginé que la situación debía ser aún peor para otros; esto no es común para Valencia.
Lamentablemente, en México tenemos experiencia con desastres naturales como huracanes y terremotos, así que me gustaría compartir lo que hemos aprendido de estos eventos:
Monitorizar la temporada
La temporada de huracanes va de mayo a noviembre, y durante este período, las tormentas pueden convertirse en huracanes. El gobierno monitorea cada tormenta, revisando su poder y dirección, e informa a los ciudadanos sobre las zonas de riesgo.
Abastecimiento en casa.
La mayoría de las personas están acostumbradas a comprar alimentos no perecederos como atún enlatado, galletas saladas, verduras enlatadas, agua embotellada, y artículos esenciales como papel higiénico, comida para mascotas, velas, productos para bebés y medicinas. Sabemos que probablemente estaremos sin electricidad durante varios días. Cuando comienza un huracán, todos saben que probablemente se cortará la electricidad y el agua. Muchos hogares mantienen reservas de agua y es común tener un tanque grande de una tonelada para emergencias.
Identificar refugios.
En las zonas de mayor riesgo, se han creado refugios para las personas que lo necesiten, aunque no todos van a ellos, ya que algunos todavía piensan que la tormenta podría no ser tan fuerte. Hace dos años, cuando el huracán Otis golpeó Acapulco, alcanzó la categoría cinco, el nivel más alto de huracanes, con vientos de alrededor de 170 km/h. Muchas personas fallecieron, y las que sobrevivieron lo hicieron resguardándose en los baños, que ofrecían algo de protección contra el viento.
Las vías de comunicación.
Al día siguiente, la realidad era desoladora. No había electricidad ni agua. En las zonas más altas, las calles parecían limpias porque el agua había fluido hacia abajo, dejando las áreas más bajas con los peores daños. Al vivir junto al mar, estamos acostumbrados a que las olas destruyan las playas durante las tormentas.
El mar a veces reclama la playa, lo que significa que todos los restaurantes y hoteles a lo largo de la costa son los más afectados. Acapulco no es la capital del estado, pero es el centro económico de Guerrero, por lo que cuando los huracanes golpean, las rutas principales y el aeropuerto pueden sufrir daños. Las carreteras pueden quedar bloqueadas por grandes rocas y el aeropuerto a menudo sufre daños también.
El Gobierno y la ayuda.
En México, tenemos una iniciativa gubernamental llamada PLAN DN-III-E. Esta es una operación militar diseñada para ayudar a los ciudadanos en tiempos de desastres naturales o provocados por el hombre, organizando recursos militares y aéreos para brindar ayuda rápida y efectiva, incluso manteniendo la seguridad en las áreas afectadas. El día después de la catástrofe, los funcionarios gubernamentales suelen visitar las zonas de desastre para ofrecer apoyo, y el personal militar ayuda a distribuir suministros básicos a las personas necesitadas.
En estas catástrofes, la electricidad, el agua y las redes de comunicación son las más afectadas, junto con la seguridad. Sin electricidad, a menudo aumenta el robo. Muchas tiendas, incluidas grandes cadenas, sufrieron saqueos después de Otis. Cuando hablé con algunas personas, me dijeron: "Tenía miedo porque lo perdimos todo. No me quedaba nada". Vi el miedo y la profunda tristeza en ellos; algunos de mis familiares y amigos perdieron sus casas y negocios. Aunque están agradecidos de estar vivos, las cosas materiales adquieren un nuevo significado después de sobrevivir a un desastre.
Algunos consejos que los acapulqueños sabemos:
Revisa tu hogar y crea una ruta de escape segura.
Mantén tu automóvil con suficiente gasolina; no tuvimos gasolina durante semanas.
Guarda tus documentos importantes en un lugar seguro; en una inundación puedes perderlo todo.
Prepárate también para tus mascotas; compra comida para ellas.
Abastece alimentos y agua que no necesiten refrigeración. No olvides suministros para bebés y medicinas.
Después del evento revisa tu casa, las paredes, techos, ventanas y puertas, pueden sufrir daños.
Documenta cualquier daño en tu hogar; después de algunas semanas, el gobierno puede ofrecer ayuda a las personas afectadas.
Sigue fuentes de información confiables para rastrear los esfuerzos de ayuda.
Si estás bien, ofrece tu ayuda y apoyo de acuerdo con tus posibilidades; a veces, solo ayudar a organizar los esfuerzos de ayuda es una gran contribución.
Toda la ayuda siempre es bienvenida, porque lo cierto es que para todos los afectados, volver a recuperar la normalidad, tardará tiempo. Así que toda la ayuda es bienvenida.
Les comparto esta lista que RTVE creo con algunas de las principales organizaciones que están ayudando: https://www.rtve.es/noticias/ayuda-victimas-de-la-dana/
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